ALMANZOR
Sobre su tumba se escribió:
Sus hazañas te informarán sobre él,
como si con tus propios ojos lo estuvieras viendo.
¡Por Allah, que nunca volverá a dar el mundo nadie como él
Ni defenderá las fronteras otro que se le pueda comparar!
Por su parte los Cronicones y Anales cristianos consignaron:
Engendro diabólico, movido por el genio del mal, atraía a los cristianos con
una tolerancia aparente y al mismo tiempo profanaba sus santuarios.
.......Si ya es difícil estudiar con criterio imparcial la Historia de España,
harto dificultoso es el estudio de un personaje como Almanzor que vivió en
pleno siglo X, en una época en la que reinaba la más absoluta oscuridad
histórica. Sin embargo, nos ha quedado, testimonio de historiadores tales como
Ibn Hayyan (La gesta de los Amiríes) ó Ibn al -Jatib. También, por parte
cristiana, en lo concerniente al personaje, nos quedaron los antiguos
cronicones escritos por los monjes medioevales, que hoy en nuestros días se nos
ofrecen con mayor o menor grado de verosimilitud.
A Muhammad Ibn Abú Amir, Almanzor, se le supone nacido en un territorio llamado
“Turrush” cercano, al parecer a Algeciras. Algunos aseguran que era natural de
Torrox, prov. De Málaga , hijo de una familia árabe originaria del Yemen. Fue
un joven brillante, licenciado en Derecho y en Letras en la Universidad de
Córdoba; y destacó tanto por sus cualidades, que pronto iniciaría una
fulgurante carrera política que lo llevaría a la Corte del Califa, Alhakem.
A la muerte del Califa se disputaron el trono el hermano del fallecido, el gran
visir Cháfar y su jefe militar, un prestigioso general, llamado, Galib.
El joven Almanzor, sabedor de lo que más le convenía, supo maniobrar entre los
dos principales poderes políticos, tomando partido por el militar desposándose
además con una de sus hijas. Una vez consolidado Galib en el poder, es cuando
Almanzor se enfrenta con las armas a su suegro infligiéndole una derrota en la
famosa batalla de San Vicente, en la que perece el propio Galib. En un gesto de
crueldad inaudita, Almanzor le envía la cabeza de éste a Asma, su esposa, la
hija del infortunado general.
A partir de entonces, es cuando se erige en el dueño y señor absoluto de
Al-Andalus, confinando al Califa-niño, Hixem II, allá en los palacios dorados
de la Medina Azahara.
Y también es a partir de ahí, a finales del siglo X, cuando la cristiandad
padece una a una todas las 56 campañas del invicto caudillo amirí. Él asoló
ciudades, y fue arrebatando uno por uno a reyes y condes cristianos, los
territorios que tan arduo trabajo había costado fundar y repoblar.
La hegemonía leonesa estaba herida de muerte.
Almanzor. El Manssur (El Victorioso) atacó Santiago de Compostela, destruyó la
iglesia y llegó ante el sepulcro del Apóstol Santiago, que no llegó a destruir.
Dice la leyenda, que un rayo cayendo entre su caballo y la tumba del Apóstol lo
hizo marchar de allí, preso de un miedo supersticioso. Mientras tanto, los
cristianos, también sumidos en un miedo pavoroso, se refugiaban tras las
murallas de Lugo, amedrentados ante el poderío del musulmán.
Dicen las crónicas cristianas:
"Pero al fin la divina piedad se compadeció de tanta ruina, y pasados doce
años pereció con su ejército, golpeado por el Señor".
Finalmente, se acabaría el constante martilleo islámico sobre los territorios
cristianos, cuando en su 56ª campaña, regresaba a Córdoba, después de haber
destruido el Monasterio de San Millán de la Cogolla. Las crónicas musulmanas
nos dicen: “En la campaña quincuagésimo sexta, en la que falleció, había salido
de Córdoba estando ya enfermo, víctima de una peste asquerosa, y aun así hizo
botín. Empero la enfermedad lo obligaba a regresar a Córdoba, pero murió y fue
enterrado en la frontera, en Medinaceli, el veintisiete del Ramadán del año 1002”
Y el Cronicón Silense señaló con terrible brevedad:
“Año 1002, mortus est Almanzor et sepultus est in inferno”
Yo añadiría que en Calatañazor no perdió Almanzor su atambor. Si bien el conde
castellano Sancho García no perdió ocasión de atacar la retaguardia de un
ejercito en retirada, con su jefe ya sexagenario y enfermo.
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