martes, 29 de mayo de 2012

La abubilla burlona


 
Estás cerca. Lo sé.
Me provocas. " Upupa, upupa.... upupa, upupa."
Como cada año por estas fechas.
Presencia hermosa, escurridiza, temerosa.

Te oigo a lo lejos; reconocería tu voz entre mil.
Me tienes obnubilada. Te burlas de mí, de mi andar que yo creo silencioso, de las precauciones que tomo en cuanto sospecho tus visitas, cada año más escasas.

No me muevo. No respiro.
Parezco un gato al acecho con mis uñas rítmicas tanteando la cámara sin perderte de vista.
No ronroneo de placer anticipado pero casi.
Te veo llegar entre los árboles...
El ronroneo-latir de mi corazón se me antoja redoble de tambor.
Lo vas a oír.

Ya por fin te tengo cerca... de perfil... estos colores... este pico que hurga en busca de alimento, en la tierra, entre la hierba rala, pausadamente.
Sin saberlo, pasito elegante a pasito elegante, te aproximas a mi escondrijo.

Milímetro a milímetro, te enfoco.
No me muevo. No respiro.
Mi cuello está agarrotado, mis manos quietas; sólo la punta de mis dedos está viva, tensa, lista para el momento óptimo.

Y, de repente, levantas tu abanico enfadado, gritas airada, ojos negros furiosos.
         ... y vuelas lejos, pero sin prisa, cual mariposa provocativa.

Algo te puso sobre aviso. ¡¡¿¿El qué??!!
... ¿qué hice mal?... porque está claro que algo hago mal para te me escapes siempre...

Y otra vez la ilusión de retratarte se esfumó...

Año tras año, más frustación, seguida, año tras año, de más ilusión que, año trás año, se torna obsesión.

La ilusión de tenerte prisionera en mi cámara.
Como te tienen otras y otros "pajarólogos", fotógrafos con más pericia que yo
   ... y con la suerte de toparse con abubillas sordas.

Pero te tengo, libre y prisionera, en el fondo de mi retina de donde jamás podrás escapar.
Igual que de mi mente no se borrará esta buena lección o consuelo que me das, recordándome que las metas alcanzadas no siempre procuran tanto disfrute ni tan duradero como el de las ilusiones perseguidas.

  "upupa" para ti, Mercedes, mi "parajóloga" predilecta, tú que consiguiste tu cigüeña negra.

Gracias por tus fotos, regalos sin precio, de lujo.
Y en particular por ésta:
     la de mi anhelada y nunca alcanzada abubilla... "upupa, upupa"




29/05/2012
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martes, 15 de mayo de 2012

El MAESTRO

Hace ya muchos años, pero no tantos como en los cuentos clásicos, existió un grupo de hombres, que fueron y siguen siendo un motivo de orgullo, una imagen a la que imitar y sobre todo seres que sembraron, en los futuros hombres y mujeres, la semilla de la dignidad del ser humano

En aquellos años, pocas ciudades había, la mayoría de los españoles vivían en aldeas y pueblos, generalmente dedicados a la agricultura, la pesca o la minería. Había otros oficios, pero eran minoritarios

Todos los días con frío o calor, con lluvia o sol, recibía a las niñas y niños del 
pueblo, vestido con su característico traje gris ya raído y su corbata descolorida. Los saludaba con educación y los niños, solían llevarle pequeños regalos (un pescado, unas patatas, …. incluso alguna botella de vino casero)

En aquellos años, niños y niñas se sentaban juntos en la escuela y juntos se formaban para el futuro

El maestro, les enseñaba a leer y a escribir, las cuatro reglas, un poco de ortografía y algunas otras cosillas. Les leía lo que “grandes pensadores” habían escrito. Les contaba maravillosos cuentos mediante los cuales los niños aprendían la historia y de vez en cuando les exponía algún “principio moral” para que ellos lo pensaran y discutieran. Otras veces iban de “excursión” y descubrían aquello que siempre estuvo allí y nunca lo vieron

Ir a la escuela no era algo doloroso como lo fue años después. Lo doloroso era que a los pocos años, los críos abandonaban la escuela. Era preciso que ayudaran a sus padres en las tareas.

El Maestro, sí con mayúscula, era un personaje respetado y sobre todo querido. No era ni rico ni poderoso, más bien era económicamente tan desgraciado, como la mayoría de sus vecinos. Cuando moría, todo el pueblo le lloraba. Eran tan valiosos y había tan pocos que los niños debían esperar mucho tiempo antes de que llegara otro a ocupar su lugar

Pero un día alguien, decidió que había llegado su hora. Decidió que el hombre no debía ser libre y que las riquezas, deberían ser para unos pocos. Se desató una horrible guerra. “Hermanos contra hermanos”. “Derechas” contra “izquierdas” aunque pocos sabían el porqué de esta dicotomía, Incluso años después hay quien aún no lo sabe

No era una guerra clásica, en la que las gentes luchaban, mataban y morían por defender a los suyos o bien para adueñarse de las riquezas de otros países. En esta guerra, solo unos pocos, muy pocos, salieron beneficiados, la mayoría del pueblo acabó muerto, exilado o esclavizado

De entre todos sectores del pueblo, probablemente fueron los Maestros los que llevaron la peor parte. No enseñaban la “verdad” de los vencedores, enseñaban la “Verdad”, Mantenían firmes sus principios de respeto, justicia y libertad. Seguían defendiendo la igualdad de todos los hombres y mujeres

Pero ya, no todos eran iguales. Unos eran más iguales que otros. Los señoritos se habían adueñado de lo ajeno. Los que descendían de familias que en sus tiempos fueron dueños de tierras y hombres, se cobraron los “atrasos” con todos sus “intereses”. Además surgieron otras “castas”, la de los militares vencedores, la de extranjeros fascista que hicieron sus negocios, ...

Los maestros fueron poco a poco denunciados y poco a poco fusilados o encarcelados. Otros ocuparon su lugar. Adictos al nuevo régimen, ocuparon sus puestos. La gran beneficiaria de esta guerra, fue la Iglesia. Coparon la enseñanza y volvieron a separar a los niños y las niñas. El resto es la historia de una dictadura que a muchos nos tocó sufrir

En plena Dictadura Franquista, un Almirante, Carrero Blanco, ideó una serie de televisión con el objetivo de potenciar los “Principios del Movimiento” o lo que es lo mismo “los valores” del fascismo

La serie, Crónicas de un Pueblo” tuvo mucho éxito. Narraba la vida “cotidiana” de un pueblo de Castilla. Pero no logró su objetivo. La imagen que quedó en nosotros, fue básicamente la de un pueblo ideal, donde todos eran amigos y se ayudaban. Donde el maestro amaba a sus alumnos, donde todo era maravilloso. Precisamente lo contrario de lo que era la realidad de la época

Cuánto debe este País a aquellos “MAESTROS”, incluidos sus salarios


Jorge (caballoloco)

lunes, 14 de mayo de 2012

Si yo no fuera verde.... yadi dadi dadi didu didu didu didu dum. Si yo fuera de otro color.... bidi bidi bum

¿ Pero que pasaaa ? ¡¡¡, ¿ Donde estoyyy ? !!!, ¡¡¡ ¿ Qué es estooo ? !!!

¡¡¡ Ayyy San Antóniooo benditooo !!!, está claro que me he quedado dormida y esto es una pesadilla. Me daré un pellizco.... a ver si salgo de ella.

Ayyy mamáááa, que va a ser que nooo, que estoy bien despiertaaa

Por todos los huevos que puso mi madre, juro que no lo entiendo. Con lo agustito y fresquita que estaba yo....durmiendo bajo la sombra de unos tiernos canónigos ....

¡¡¡ Oooh, Oooh , ¿y esto ? !!!....Que pasillo más largo, frío y gris.¡¡¡ Andaaa, si se mueve y todo, parece una montaña rusa !!! Ooohh....Aaahhh.....Ayyyy ...qué de revolcones, que de bandazos de subir y bajar, por San Antonio, qué mareooo ....

¡¡¡ Coñeee !!! ¿ y ahora que ? me gusta mucho el agua, pero bastaaa yaaa, que me voy a ahogaaar !!!

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh, lo que me faltaba ,¡¡¡ vaya caída al vacío !!!, Uffffffffffffffffffffffff, me ha ido por los pelos descalabrar me.

¡¡¡ Ostras !!! que ruido más raro, ¿ qué será ese brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr ?

Jopetaaaasss ....¿ Pero que es estooo ?, ¿que quieren hacer conmigooo ?, socorrooooooooooooooo, que alguien me ayudeeeeeeeeeeeeee....me están centrifunadoooooooooooooooo

Ayyyy... que dolor madreee, casi se me saltan los ojos de las órbitas, más de los que los tengo ya, que mareooo, por favor más revolcones nooo.... ya no puedo más, se me están revolviendo los mosquitos que he almorzado.

Eso sí, fresca y limpita estoy, pero echa polvo que no veas, también.

Eeeh !!! , ¿ Y esooooo ? ....¿ que será ese flop, flop, flop ?....No quiero ni mirar....No. No y Nooo. No quiero saber lo que me espera ahora, Ayyyyyyyyyy mamaitaaa que miedo me da....

Uffffffffff, por fin. Parece que se ha quedado esto quieto de una vez.... No se si abrir los ojos, o no. Mmmm, ¿y si abro uno solo ?,...

¡¡¡ Anda mira !!!, si estoy en un lecho de frescos y límpios canónigos. Que raro es todo esto. Más vale que salga de aquí saltando, por.... si las moscas....

¡¡¡ Leñeeeeeeeeeeeeee !!!....

¿ Y ahoraaa ?....Ahora....¿ por donde me escapo yooo ????????????????

Auxiliooo, socorrooo....saquenmé que aquíííííi




( Foto cedida gentilmente, por : FERNANDO  ( laureado, forero de infojardin) GRACIAS

jueves, 10 de mayo de 2012

El Inmigrante




Hace muchos años que había desistido volver a su Patria, a sus orígenes.

Desde que recibió la triste noticia, del fallecimiento de su mujer y su pequeño hijito, en un desgraciado incendio que se ocasionó en los establos de su hogar, en la pequeña aldea donde habitaban, a Segismundo no le quedaba nada ni nadie por quien regresar.

Había partido lejos, muy lejos, cruzando el océano en busca de trabajo como tantos otros, y poder mejorar sus precarias existencias. Quería establecerse y reunir el dinero suficiente, para que su familia se reuniera con el .

Pasados unos pocos años, llenos de soledad, de vicisitudes y mucho trabajar, casi lo había conseguido, le faltaba muy poco para reunir el dinero suficiente y pagar los pasajes, cuando recibió la tremenda noticia.

Para que volver ? - se dijo entonces - si ya no me queda nada ?

Pero siguió enviando dinero a un amigo de la aldea, para que no dejara caer en ruinas, su humilde casa.

Ahora anciano, cansado, con el rostro curtido y lleno de profundas arrugas, sentía una amarga añoranza y había decidido volver.

Preparó su equipaje con lo más imprescindible y sin mirar atrás, se embarcó de vuelta a su Patria, a su hogar.

El viaje fue muy largo, o se lo pareció a el. No recordaba que lo fuera tanto, cuando se embarcó la primera vez. Pero por fin llegó el momento de pisar tierra firme, su tierra y con lágrimas en los ojos y lentamente....pisó primero con un pie...luego le siguió el otro.

Tardó otro día más en llegar a su aldea. En lugar de dirigirse a su casa, sin saber el como ni el por que, sus pasos le guiaron hasta el pequeño y viejo cementerio.

No había cambiado demasiado con el paso de los años. Sí había tumbas más modernas, pero recordaba perfecta mente, donde se hallaba la de sus padres y en la cual yacían también, su esposa y su hijo.

Hacia allí se encaminó. Deposito su vieja maleta con cuidado en el suelo y se arrodilló.

Queridos, amados mios, ya estoy aquí - dijo -

Al día siguiente en su recorrido cotidiano, acurrucado junto a la tumba, inerte, sin vida, el enterrador le encontró. Nunca este olvidará, la expresión de felicidad y paz que denotaba el viejo rostro curtido y lleno de profundas arrugas, de aquel quien por entonces para el, era tan solo un completo desconocido, simplemente.... un forastero.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Para mi amiga la rana

Erase una vez , en un ciénaga inglesa, entre viejos olmos, olor a musgo y lluvia fina, que vivia una rana. Era una rana verde, aunque no lo parecía a primera vista. Mientras otras ranas se bañaban entre aguas límpidas de las charcas más claras, nadando ágilmente y haciendo piruetas bajo el agua, nuestra aMiga , estaba posada sobre el cieno que le ensuciaba su lindo cuerpecito. Desde que perdió su infantil cola de renacuajo, se sintió insegura, así que sus grandes i vívidos ojos contemplaban el mundo sin mirarse a si misma.

De hecho era lista y brillante en todo, nadie cazaba insectos mejor que ella, nadie saltaba más rápida ni más alto, y de no ser que parecia una cerda embadurnada de barro, podríamos ver que también era muy bella. Tan brillante era, que no se podía permitir decepcionar a los que le alababan por sus logros diciendoles la verdad: no sabía nadar en aguas claras, se aHogaba. Así que, para no ahogarse, eligió vivir en el barro, y quiso creer que eso incluso era bueno para su belleza, de todos es sabido que los baños de barro mantienen la piel tersa. Algunas ranas de la gran charca veían que algo no andaba bién con ella, pero no acertaban con la causa, algunas otras sabían lo que ocurría , pero no querian ver defectos en su aMiga y la trataban como si todo fuera bién, más asustados y desorientados que ella misma. Algunas ranas incluso se daban algún chapuzón en el barro para que nuestra aMiga se sintiera mejor, compartían su situación por un momento, pero se avergonzaban de verla tan sucia y la forzaban a bañarse en agua limpia , se enfadaban ( por su bién, claro), se desesperaban pensando que la rana era solo una guarra que no se quería lavar, sin saber que no sabía nadar todavía. Cuanto más querían protegerla se su suciedad, más sucia se sentía ella, más se hundía en el barro.

Todo parecía funcionar, nuestra aMiga no se ahogaba...pero seguía sin saber nadar y sin poder gozar del placer de ser una rana libre, que goza con plenitud de la naturaleza, ahora barro, luego agua, a veces hierba...se consolaba escuchando historias de otras ranas que también vivían en el barro, aunque para ser sinceros le daban lástima.

Un viejo y gordo sapo que vivía en una madriguera cercana a la ciénaga contemplaba la escena con curiosidad. A lo largo de sus años, había visto muchas situaciones parecidas i comprendía el problema mejor que ningún otro. Se acordó del señor búho, que siendo polluelo pasó por algo similar. Mientras sus hermanos aprendieron a volar él tuvo miedo de caer del nido y decepcionar a sus padres, así que esperó un poco más para crecer, y un poco más, y un poquito más. La madre pensando que le faltaban fuerzas para volar le alimentaba más y más, para ella que estuviera bién alimentado era lo más importante. Claro que eso lo hizo engordar, y al ser tan pesado ahora sí que ya no podía volar ni que quisiera. Como no volaba la madre lo alimentaba más y más y la cosa empeoraba por momentos. El padre, que tanto amaba a su hijo, no sabía como ayudarle, así que para no sentirse mal, se dedicó a ver en su hijo sólo lo que le hacía sentir bién: mi hijo tiene el mejor plumaje de todo el bosque, el pico más brillante y los ojos más agudos, ¿no es maravilloso? y cuanto menos queria ver sus defectos más alababa a su hijo y menos le ayudaba a crecer, con lo que se sentía peor pero, lo alababa más y más y volaba más lejos para contarle a todo el mundo las maravillas de su hijo...y todo empeoraba. Suerte tuvo nuestro aMigo, de que su madre conociera a una lechuza, astuta como la mangosta que le dió la solución.

Le dijo,  tu hijo no puede volar porque está mal alimentado, ¿ no lo ves?-dijo la lechuza. Por supuesto dijo la madre, siempre se lo he dicho!- respondió la mama búho. Bién, pero tu hijo necesita un alimento muy especial, no cualquier cosa, un alimento para volar...y para eso lo mejor siempre ha sido la carne de lemming. El lemming es un roedor parecido a un ratón rechonchete que vive en el ártico y su carne tiene poderes increíbles. Debes volar hasta el ártico, cazar un lemming, traerlo y dárselo de comer a tu hijo y podrá volar como sus hermanos-sentenció la lechuza.

La madre aunque dudó mucho,dada la gravedad de la situción decidió emprender el viaje y le contó el motivo de su viaje a su hijo y le puso una eXcusa al señor búho para que le acompañara en el viaje. Dejó a la lechuza al cuidado de su hijito y partió.

Al buhito, la señora lechuza no le hacía mucha gracia, pero se resignó. Pasaron semanas, ya que el ártico está muy lejos desde Inglaterra, y la lechuza apenas se ocupaba del buhito, raramente le traía algún ratón, cada vez con menos frecuencia. Nuestro aMigo, estaba muy enfadado, con la lechuza, con sus padres, consigo mismo, su único desaHogo era gritar y batir las alas con furia para no sentir el hambre en su panza. Estaba visiblemente más delgado, y de tanto batir las alas ganó fuerza y maestria hasta que un día, maldiciendo a la perversa lechuza se fué volando a cazar un ratón para sobrevivir.  Cuando volvió al hueco del árbol con su presa, se dió cuenta de lo que había sucedido en realidad, y voló y voló al encuentro de la lechuza, pero esta yo no estaba, su trabajo había terminado.

Y volviendo a nuestra charca, ¿ puedes imaginar lo que hizo el viejo sapo con nuestra aMiga la ranita, no?


miércoles, 2 de mayo de 2012

Un día especial




Cuando amaneció, me di cuenta que aquel día iba a ser diferente. No iba ser un día como lo fue el anterior ni como lo sería el siguiente. Era jueves, justo el día central de la semana, el cielo, lo decoraban pequeñas nubes

Es lo primero que me llamó la atención. No eran nubes de contornos mas o menos difusos, ni de textura deshilachada. Eran todas iguales. Sus contornos perfectamente definidos y con un extraño y uniforme color rosado

Como cada mañana, encendí el aparato de radio, sonaba una suave melodía. No se lo que impulsó a ello pero la apagué y la volví a encender. En ese momento una dulce voz daba los buenos días. “Buenos días ciudadanos, buenos días Laura”

Sí, acababa de saludarme, acababa de decir mi nombre. Aturdida, volví a apagar y encender el aparato y seguía sonando la suave melodía. Tras unos segundos, repetí la operación y la voz que me había saludado, continuaba dando las noticias.

Todas ellas eran amables, …. “ayer fue ingresado José Luis en la clínica del Pilar. El hijo de Manuel y Catalina, de cinco años de edad, se había roto un brazo, como consecuencia de una caída mientras bajaba corriendo las escaleras”. Abrí el cajón y cogí un tenedor. Me pinché repetidamente la mano y no, no estaba soñando. Manuel y Catalina eran mis vecinos y efectivamente su niño, se había roto el brazo.

Decidí apagar la radio

Me preparé ligeramente y bajé al kiosko de la esquina a comprar el periódico.

“Buenos días Laura, ¿Como así tan temprano?” Me saludó “Paco”, el kioskero,

“No lo sé, hoy me he levantado un poco antes de lo habitual y me apetecía leer las noticias” le contesté

“Pues hoy parece que va a ser un día tranquilo. Por cierto Laura, que tal el niño de Catalina?

“No lo sé, lo escuché en la radio”

Durante unos segundos, me quedé callada y aturdida por la expresión de Paco. “Tal vez caigan algunos copos de nieve, ya veremos”, No era precisamente la nuestra una región en la que nevara, Nunca leí o escuche que lo hubiera hecho, pero sería realmente bonito, que al menos una vez lo hiciera

Volví a casa, sintiendo su mirada clavada en mi espalda. Nunca había sentido esa sensación. Giré la cabeza y efectivamente. Paco, con una sonrisa en su boca, me acompañaba con su mirada. Le saludé justo antes de doblar la esquina

Preparé el desayuno y empecé a leer el diario

“El Gobierno revoca varias leyes relativas a los derechos ciudadanos. Se ha llegado a un acuerdo con las patronales y los bancos. Se trabajará menos horas para que todos tengan trabajo y se mantendrán los salarios …..”
“En París se reúnen los mandatarios de los países africanos junto con dirigentes europeos para solucionar el problema del hambre en ese continente. Las conversaciones están ya muy avanzadas. Ya es seguro que el año que viene recuperarán las cosechas y parte de su riqueza en petróleo y minería. Este año, Europa se encargará del suministro de alimentos … “

“Un grupo internacional de jueces, revisará los expedientes de Guantánamo. ….”

No creía lo que estaba leyendo. Pasé a las noticias locales y estas seguían en la misma línea. Por fin tendríamos la incineradora, para eliminar los restos de la basura tras recuperar metales, vidrio, .. La planta, en el proceso, producirá la energía suficiente para el hospital y las escuelas …..”

Temblorosa, volví a la primera página y si, se trataba del diario, no era un periódico fantasma. Era mi primer día en mi casa después de una estancia en el hospital al que me llevaron tras un desvanecimiento.

No daba crédito a lo que estaba ocurriendo a mi alrededor.

Encendí el ordenador e instintivamente fijé la vista en la parte superior. Me costó reaccionar decía “Jue 31 de febr, 10:15”

martes, 1 de mayo de 2012

Edelweiss


La Fe, la Voluntad, o la Suerte

El que no sepa rezar,
que vaya por esos mares;
ya veréis qué pronto aprende
sin enseñárselo nadie......

Voy a relatar algo que me sucedió hace ya mucho tiempo; algo extraño e inverosímil; algo sobre lo que he meditado largamente, para lo que hasta la fecha, no he hallado una explicación plausible.

Sucedió en un día de verano, a mediados de la década de los años sesenta, hallándome en Jaca durante el servicio militar, de obligado cumplimiento por aquel entonces. Los jóvenes de mi época, impregnados de un fuerte romanticismo, la mayoría de ellos muy lejos de sus hogares, conscientes de la pérdida de un período de nuestra juventud, de nuestras vidas, vivaqueábamos en los cuarteles, viendo el monótono transcurrir del tiempo, soñando con la ansiada vuelta al hogar, para reencontrar y abrazar a la familia y a los amigos.

Transcurriendo así el paso de los días, en cierta ocasión los jefes militares decidieron sacudirnos la pertinaz modorra cuartelera en la que nos hallábamos sumidos, determinando que se debería llevar a cabo unas maniobras por la Cordillera Pirenaica; puesto que no querían mantener ocioso e inactivo al que pomposamente llamaban Batallón de Cazadores de Alta Montaña.
Así que en una fresca mañana, nos ordenaron agarrar el fusil ametrallador Cetme, nos dieron provisiones para unos días, y nos llevaron en camiones a pegar tiros por allá en las cumbres.

La orden que, a decir verdad ya se barruntaba desde hacía unas semanas, fue recibida con general excitación por parte de la animosa muchachada; puesto que un acontecimiento así, tan señalado, brindaba a muchos de aquellos románticos chavalillos, la ocasión de ir en busca de la Flor de las Nieves: la mítica Edelweiss.

La flor siempre viva e inmarchitable de la alta montaña se había convertido en nuestro sueño; mucho habíamos oído hablar de la misteriosa flor, acerca de la cual se habían fraguado extrañas leyendas que, en momentos de ocio, eran narradas por los más veteranos.
Esta flor, los unos la querían para llevársela a sus madres; otros, la mayoría, en mi caso, para enviársela a la novita, a la muchachita que quedó sola allá en Cataluña, esperando ansiosa el regreso del soldado. Todos soñábamos y anhelábamos en nuestro corazón, que ella nos esperaría con la flor imperecedera, que meses antes habría recibido de nosotros, dentro de un sobre, junto con una carta.....
Llegado el momento, ella que la habría guardado celosamente entre las páginas de un libro, nos la mostraría tan fresca y lozana, como el mismo día en que fue recortada de entre las rocas.

....te prometí pensar en ti,
Pensar en ti, en ti, mi bien,
en ti, Lili Marlen......

Canturreábamos en nuestras correrías por aquellos inhóspitos parajes....Dos días llevábamos por allí, cuando en la mañana del tercer día de maniobras, aprovechando unas horas de descanso, se me ocurrió que bien podría ascender a la montaña que allí se alzaba, justo al lado del campamento. Tenía la corazonada de que allá arriba, oculta entre las rocas, estaría esperándome la preciada flor. Veía la nieve brillar en las alturas; la vista y el corazón se me iban hacia la cumbre.
Decidídamente, pensé, que habría que ir a por ella. Tracé un plan para una escapada y se lo propuse a mis compañeros, pero no hallé a ninguno de ellos que quisiera secundar mi plan.

No lo pensé por mucho tiempo; ya había tomado la firme decisión de encaminarme hacia la cumbre y me fui acercando a los primeros terraplenes. Mis compañeros, sabedores de mi intención, trataron inútilmente de disuadirme, advirtiéndome de los peligros a los que me iba a exponer; sobre todo, si me aventuraba a marchar en solitario. Pero no me hicieron desistir de mi empeño, por más que insistieron; de modo que inicié la marcha y al rato ya estaba subiendo con paso brioso por las escarpadas rampas.

A la media hora de camino ya me sentía agotado, acusando la fatiga, debido a la altura. Bajo un sol implacable, devorado por la sed, me veía obligado a beber a cada momento del agua de los innumerables manantiales que, por suerte para mi, brotaban por doquier; era un agua purísima y cristalina, cuyo frescor inicial se perdía rápidamente al calentarse en la cantimplora, bajo el sol implacable de la alta montaña.
Estando ya cercano a la cima, me detuve exhausto, rendido, jadeante y sudoroso.
Absorto en el espectáculo grandioso de las cumbres, miraba a mi alrededor con la vista arrebatada. El agua que discurría a mis pies....el verde lujuriante....los insectos chirriando en la grama....el cielo de un azul purísimo....la luz cegadora....

Ví a la garduña deambulando entre las peñas. Con la cola, airosa, semejante a un pendón, proclamaba con refinada cautela su dominio sobre aquellas soledades.

Una perdiz nival cruzó temerosa ante mí, seguida de su prole. Asustada por mi presencia, el ave lanzó un graznido de alarma y, volando raso, fue a ocultarse monte arriba, en un lugar pedregoso. Corrí hacia ella con afán de capturarla, o bien de arrebatarle alguno de sus hijuelos. Dí un traspiés y caí rodando montaña abajo. La caída, que fue larga dolorosa e interminable, terminó cuando al fin pude asirme a un saliente en las rocas. Magullado y dolorido, sentía el cuerpo lacerado. Suspiraba aliviado congratulándome de mi buena suerte, cuando me di cuenta horrorizado, de que me hallaba suspendido ante el vacío, con un abismo espantoso a mis pies.

Sin poder moverme, con la punta de los pies, apenas llegaba a alcanzar dos puntos firmes donde apoyarme. Sentía erizarse el vello en mi piel. Pasé así largo rato aterrado, sin atreverme a mover un solo músculo.
Miraba angustiado hacia abajo y con el rabillo del ojo, veía allá al fondo del abismo, la lejanía del campamento, las tiendas de campaña.... Y estando así, en ese estado de incapacidad, aún procuraba serenarme; en un momento dado, llegó a mis oídos débilmente, un redoble de tambor y un toque de corneta. Calculé que habría llegado el momento de pasar lista allá abajo y entonces constatarían mi ausencia; me desesperaba porque no me iban a encontrar hasta horas más tarde, cuando encontrasen mi cadáver; porque sabía que en cuanto me abandonasen las fuerzas, me iba a despeñar irremisiblemente.
Pasaron por mi mente muchas vivencias.....Pensé en mis compañeros, que ajenos a la situación en que me encontraba, no podían prestarme ayuda: me acordaba de ellos y de los amigos a los que más quería. Aquel mozancón de Igualada, que cargó conmigo cierto día de marcha, cuando consumido por la fiebre, me sentía desfallecer. Aquel otro, vasco insigne, con el que compartíamos alegres veladas, mientras el vinillo corría de vaso en vaso, y él hacia sonar el chistu con maestría....Momentos inolvidables que ya no se volverían a repetir.....Y pasaba el tiempo bajo un sol implacable....no podía moverme...ya me sentía desfallecer, rígido e inmóvil...con un pánico cerval....
Y fue justo en aquel momento, cuando yo, que me confieso agnóstico, comencé a rezar; me encomendé a Dios.

Yo no sé qué mecanismo de mi mente se pondría en marcha. Solo sé que algo me impulsó, lo recuerdo perfectamente, a desplazarme lentamente en sentido lateral hacia mi derecha. No sé lo que duró aquel desplazamiento. Mi mente estaba en otra onda; en otras palabras: rezaba.
Y puedo decir, doy fe de ello, que ignoro de que manera, me ví fuera de aquel abismo espantoso.

Bajé confuso de la montaña; iba en un estado lamentable, y llegué al campamento cuando caía la tarde. Salieron todos mis compañeros a mi encuentro, todos ansiosamente me preguntaban si había conseguido encontrar la Flor de las Nieves.... si la llevaba conmigo....Una y otra vez me preguntaban y me preguntaban; pero yo no les respondía. No podía responderles; me encontraba como ausente, absorto en mis pensamientos sobre lo que me había sucedido.......

Después de tantos años, aún sigo en la duda de si me salvé por mis propios medios, o por tener fe y confiar en algo sobrenatural, o por casualidad o por suerte.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Ahora, meditabundo, viendo pasar los días y las noches de este helado invierno, en mi casa de Pallejá, pienso con frecuencia en lo que aconteció aquel día de aquella década lejana, cuando fui en busca de la sempiterna Flor de las Nieves.
Que, desde luego, fue algo que marcó un hito en mi vida y me dejó sumido en un mar de dudas, en lo concerniente a la fe.

Una vieja canción irrumpe en mi mente recordando....

Edelweiss, Edelweiss, linda flor....
Feliz de conocerte
Pequeño botón de nieve
En mi tierra bendita
vivirás para siempre.