domingo, 10 de febrero de 2013

Un "escritor" intermitente

Vivía en ese páis árido, donde la indolencia cabalga paralela al calor y el exceso de luz. Habitaban su mente multitud de historias que venían descolgándose en sus sinapsis cerebrales sobretodo en las últimas fases del sueño, cuando todo es y no es, cuando todo es y deja de serlo al transcurrir el día. Pero en esos momentos las historias se conformaban con claridad, con lógica, desenvolviéndose cual trama, finiquitándose en epílogos cargados de coherencia literaria.

El escribidor intermitente, indolente, olvidado el sueño, la trama, el epílogo, hace planes un día y otro para colocar en su mesilla de noche un bloc y un bolígrafo que le faciliten su abulia temprana, la pereza en el nido caliente, el recuerdo de aquella historia tan redonda que revoloteó antesdeayer...¿cómo era?

Ha comprado el bloc. Lo ha metido en su bolso de piel y lo transporta de un lado a otro con la incierta certeza de que las musas no son hadas diurnas, ni nocturnas, ni crepusculares. Son hadas, volátiles, voladoras, volanteras, volitivas, caprichosas, rebeldes a veces, díscolas las más.

Saltó de la cama y agarró con fuerza el Pilot ensartado en el gusanillo del bloc. La historia se esfumó de su mente como por ensalmo. Se quedó en blanco en la espera: dos minutos.
Apretó los dientes, abrió el cuaderno y escribió con determinación:

"Nueve de febrero de 2013. Siete menos cuarto de la mañana. Hace siglos que no escribo nada en "El Jardín de los Cuentos". Mañana será otro día. ZZZZZZZ

Dedicado a esos maravillosos relatos y poesías que habéis ido introduciendo en mi ausencia (intermitencia).

Manu   10 de febrero de 2013

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