martes, 14 de febrero de 2012

A la salida del baile


 

"The" Danzante
 

Era un lugar tranquilo. Una suave música llenaba el local. Me gustaba el café y las deliciosas tisanas que preparaba Ya casi no tomaba alcohol y hoy quería tener la mente clara
Ya nos habíamos visto en otras ocasiones. Nuestras miradas se cruzaban casi cada minuto. “¿ quieres bailar ?”
Mi mano en su cintura, la suya en mi hombro, transmitían calor mientras los dedos entrelazados, se acariciaban de forma casi imperceptible.
Fue la tarde perfecta. Poco a poco, conforme pasaban los minutos, nuestros cuerpos se iban acercando. Al principio, era un acercamiento tímido. Cierto rubor se instalaba en sus mejillas, pero parecía dispuesta a llegar al dulce abrazo. Yo lo deseaba
No hubo que esperar mucho tiempo para que sus manos rodearan mi cuello mientras las mías rodeaban su cintura.
Mis manos no podían permanecer quietas y lentamente recorrían su espalda. Su cuerpo era un mar de sensaciones, El enganche de su sujetador, me atraía sin que pudiera evitarlo y mis dedos se paseaban por sus bordes
Había avanzado la tarde y ya mis manos, tímidamente, acariciaban su vestido por debajo de la cintura. No eran duros ni firmes como debían haberlo sido en su juventud. Mantenían su redondez pero habían caído ligeramente. No obstante transmitía unas sensaciones ya olvidadas, sensaciones que permanecían en no sé que rincón de mi cerebro. Eran sensaciones casi desconocidas que resucitaron con todo su esplendor
No seguía los stándares de belleza actuales, pero resultaba muy atractiva y sobre todo era una mujer por mí muy deseada
El tiempo comenzó a transcurrir lentamente. No es que el reloj hubiera envejecido, Mi impaciencia, mis deseos de abandonar el local abrazados como dos jovenzuelos aumentaba de forma rápida
No necesité proponerle nada, una simple mirada, cargada de deseo, fue suficiente.
Fuera hacía frío, mucho frío. El termómetro del coche señalaba una temperatura negativa, pero nunca habría podido enfriar nuestro deseo
Habíamos recorrido unos pocos quilómetros. Su mano se había deslizado sobre mi pierna hasta el final y sus caricias me enloquecían.
Los botones de su blusa, habían abandonado sus ojales. Podía ver de reojo su sujetador crema y fantasear con lo que mas que encerrar, acariciaba.
Poco a poco aminoraba la marcha. Paralelamente a nosotros transcurría la autopista donde coches y camiones parecían competir por llegar los primeros a no sabían donde
Cuando nos detuvimos en el arcén una mirada cómplice indicaba que ambos conocíamos el guión...
                                                                                                                               Caballoloco


Mées (40)
Los Gendarmes que circulaban por la autopista, observaron, en una carretera secundaria que transcurre paralela a ella unos muslos que asomaban por la puerta trasera de un vehículo aparcado en el arcén. Pertenecían a una mujer de 73 años, que practicaba una felación a su pareja de 74
Estos amantes no pudieron resistir la llamada del amor y desnudos desafiaban a las bajas temperaturas de aquella tarde ( Le Sud Ouest)

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