domingo, 12 de febrero de 2012

ENSAYO


Vivencia, en singular, es el hecho de vivir y estar vivo. Vaya por delante que este ensayo lo hago sin estar motivado por algún interés de tipo reivindicativo; tampoco debería interpretarse esta narración como la crónica de un derrumbamiento o el relato de un desasosiego; lo que aquí describo a grandes rasgos, es más bien un canto a la vida y es también una reflexión introspectiva, quizá algo simple, sobre la condición humana y lo efímero del ser.

Hace ya algún tiempo que dejé de ser joven; pero aún así, por el modo con que ellas me devuelven la mirada al cruzármelas,.........
Hay mujeres decididas y de mucho temperamento y también las hay que tienen mucho arte en el mirar para mandar recado a los hombres; llegados a este punto, en tal tesitura, lo mejor es limitarse a mirarlas o admirarlas, según se tercie, sin pasar de ahí; que de embarazarlas con la mirada, ya se encarga el diablo y su ministerio. Sepan disculpar este rasgo de nostalgia embargadora; es una ordinariez que no he querido soslayar.

Sabedor, y siendo consciente de que el tiempo desbarata la vida, procuro cuidarme un poco para así ahorrar algún desaire al destino, que a veces nos avisa enviando recado en forma de soponcio, telele o jamacuco; por eso, cada mañana bien tempranito, me voy a la piscina municipal a nadar mil metros; nada mejor para desentumecer los músculos, que una buena sesión de natación reparadora. Dispensada me sea la forma de señalar, pero me deleita y me regala la vista y también la mente, el contemplar allí en traje de baño alguna odalisca tetona y culona; hay matronas, valientes y bien plantadas, que al andar contoneándose les cruje el culete como una sandía en su punto de madurez.
-Es usted, un viejo verde
-Verde, si; pero no viejo.

Siguiendo con este soliloquio, recuerdo que ya desde bien pequeño, de alguna forma me hurtaban el derecho a la vida.

-¡Niños, manteneos siempre puros y castos!
-Sí, padre. Antes morir que pecar....

- Bueno. Decídase usted ya a pronunciarse sobre el derecho a la vida.

-Bien. Yo creo que todos y cada uno de nosotros tendríamos o deberíamos tener una opinión propia; no una opinión basada en las teorías que nos fueron inculcadas durante nuestra infancia, sino extraída de la propia experiencia vital; porque si desde pequeños se nos veda el tener criterio propio, lo más probable será, que la libertad de cada uno para pensar y expresarse, acabe dejando de existir; que esa libertad no tenga dueño, que no sea de nadie y que todo derive hacia un hermético y nada deseable fundamentalismo; por consiguiente, es mejor dejarse de minucias y pejigueras teológicas.

- En mi opinión, además del aborto intrauterino, existe otro extrauterino, que se produce cuando muy a nuestro pesar nos morimos y fatalmente se interrumpe el curso de la vida. Mueren los seres humanos, mueren los animales y hasta el paisaje muere. Mirándolo así, bajo este punto de vista, todo en la vida asemejaría a un grande e incesante aborto.
Es una mala jugada, sin duda; todos quisiéramos vivir eternamente, pero no está así establecido y todos sin excepción, mal que nos pese, seremos abortados de modo inmisericorde. Todos estamos predestinados; de ahí que yo prefiera vivir, a fingir en cada instante, un deleite espiritual o carnal. Estoy de acuerdo con Oliver Cromwell, aquel que arengaba a los suyos al grito de: Muchachos, confiad en Dios y procurad mantener seca la pólvora.

-El paisaje también muere?
-Bueno; más bien cambia.
-Y donde queda el derecho a la vida?¿no le parece a usted que el aborto intrauterino es, cuando menos, inmoral?

-Usted dispense. Yo no lo encuentro ni bien ni mal. Allá cada cual, con su propia opinión.

-¿Y el aborto extrauterino? ¿No le parece a usted que es una cabronada?

-Lo será o no lo será, vaya usted a saber; eso está así establecido y nadie lo va a cambiar, por más que nos empeñemos; y las reclamaciones, al Maestro Armero; él fue quien dispuso que la vida fuera efímera.

-¡Pero eso es peor que una piedrecilla en el zapato! ¿No le parece a usted?
-Si, señora; mucho peor que eso.

-Y también peor que una arenilla en el preservativo?

-Pues, hombre...¡También!
__________________

No hay comentarios: