domingo, 22 de enero de 2012

Manuel y el Consejero Don (y 4)

Recuerdo que este diálogo, casi monólogo paternal, dio por finalizada mi crisis de los treinta y cinco, no la de los cuarenta, como suele ser habitual, aunque supongo que hoy, que vivimos más y peor, se desatará pasados los cincuenta.

Ahora casi todas las mañanas me despierta el gallo de mi corral o los mirlos o las lavanderas blancas. Desde la cama alcanzo a ver los picos sombreados por árboles y desayuno con parsimonia mientras repaso las tareas que voy a hacer ese día. Siempre hay algo que hacer, pero he ido aprendiendo que en primavera no hay que despistarse y que el invierno invita a dejarse caer por el pueblo para echar unas manos al dominó con Tomás “El Pirro” y con Juan el de la tienda de comestibles. Son ritmos con compases de silencio, pausados, con vino y aceitunas cultivadas allí mismo.

Demasiada alegría, demasiada placidez, demasiado tiempo. Ayer apareció Tomás “El Pirro” cabalgando la moto de su hijo. Lo atisbé a través de la ventana y me pareció extraño que subiera hasta mi casa en ese vehículo. Llevaba una carpeta entre el pecho y la chaqueta y cara de circunstancias.

- Manuel, dijo entrando en la casa, han aprobado la autopista.
- ¡ No jodas! ¿y las alegaciones que presentamos?
- La mayoría no las han tenido en cuenta pero…pero en el nuevo proyecto tu tierra está incluida.
-¿Toda la finca?

No contestó. Se sentó en una silla con gesto compungido y rabia en sus ojos. Una parte de sus tierras también iban en el lote.
- ¿Porqué no se expropian ellos sus pisos de la ciudad? Siempre nos toca a los mismos. Será cabrito el consejero ese de…como se dice, de obras públicas.
- Pirro, no hables así, no llega a ser ni siquiera un cabrito y tú lo conoces, te he hablado de él alguna vez en estos años.
- ¿Del consejero?- Me miró con incredulidad-
- Sí, del consejero. Es Don Manuel, mi padre.


F I N Escrito en Murcia en el año 2007

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